Tratamiento.- Un tratamiento de Reiki, consiste en canalizar energía tanto hacia un lugar específico donde existe un problema, como al cuerpo entero de una persona, dependiendo de la dolencia y el tipo de tratamiento.
La mayoría de los tratamientos, se hacen con el paciente acostado, y si es necesario, cubierto con una manta. El practicante coloca sus manos suavemente sobre la zona afectada, o en el caso de un tratamiento completo, en todo el cuerpo, empezando con la cabeza, y terminando en los pies. Cada posición de las manos, es mantenida durante unos minutos sobre los chakras o centros energéticos principales. El paciente siempre está vestido, y las posiciones de las manos, son siempre sobre zonas que no vulneran la intimidad de la persona.
Durante el tratamiento, sentirás una profunda relajación. Muchas personas se quedan dormidas, lo cual no influye para nada en el tratamiento, A veces, sentirás como un “cosquilleo”, calor o frío en diferentes partes del cuerpo, según la energía fluye a través de tu cuerpo. Otras personas ven colores, experimentan una sensación de “flotar”, o sienten emociones que salen a la superficie.
El tratamiento básico activa el sistema inmunológico, equilibra todo el cuerpo, y genera un efecto profiláctico que capacita al organismo para eliminar por sí mismo los agentes patógenos. Incluso cuando el receptor mencione un síntoma o problema localizado, en general, todo el cuerpo está desequilibrado. Cuando se aplica con regularidad, la persona consigue enfrentarse a los problemas y dificultades sin estrés, respondiendo apropiadamente a todos los niveles, y viviendo más intensamente, aprovechando cada experiencia de la manera más apropiada.